Desiertos
Muero plácidamente
en el campo santo
de tu desidia,
donde no hay sorpresas.
Me desvanezco
pacientemente
en el desamparo
de las promesas
que no mencionas.
Lamento, a veces,
no haber elegido
un momento peor
para una vida mejor.
Determino
mi fallecimiento
a las tres lágrimas
en punto
de la noche.
Sólo espero
que tu alma
( mi sudario)
me acaricie
por última vez.
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