domingo, 18 de mayo de 2014

Desiertos


Muero plácidamente
en el campo santo
de tu desidia,
donde no hay sorpresas.

Me desvanezco
pacientemente
en el desamparo
de las promesas
que no mencionas.

Lamento, a veces,
no haber elegido
un momento peor
para una vida mejor.

Determino
mi fallecimiento
a las tres lágrimas
en punto
de la noche.

Sólo espero
que tu alma
( mi sudario)
me acaricie
por última vez.

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